domingo, 31 de marzo de 2013

JESÚS ES LA VIDA


¡Que todos hayamos resucitado con Cristo a nueva vida! ¡Y todos nos hayamos propuesto ser santos y pongamos en práctica los medios que el Señor nos ha granjeado al efecto! (Beato Faustino, Ep 380)

Jesús ha rescuitado. Tener fe es poder decir EL ES LA VIDA y, por tanto, MI VIDA ESTÁ EN CRISTO.
Os dejo con esta sustanciosa reflexión en este hermoso día.

"Podemos resumir el cristianismo en una de esas expresiones en primera persona, que probablemente no fueron pronunciadas por Jesús mismo, pero en las que fue concentrado cuanto de más desafiante él dijo en su existencia: «Yo soy el camino ... ». 
También Buda y Mahoma podrían haber dicho que eran el camino hacia una verdad desconocida gracias a una revelación particular y por ello podían enseñarla a los demás. Pero después sigue: «Yo soy la verdad». Es indiferente qué concepto de verdad queramos aplicar aquí, si el veterotestamentario y semítico o el concepto griego. Aquí se habla de algo que es superior a las verdades particulares del universo, que es más comprensivo que todas las afirmaciones de verdad que se puedan hacer sobre la realidad del mundo entero, algo que abarca todas las verdades posibles y de donde éstas extraen la propia verdad específica. Al hablar desde ese «yo», el que habla manifiesta no referirse a la simple «verdad de razón»; con esta afirmación suya él ha resuelto ya todo posible contraste entre verdad de hecho y verdad de razón. 
Pero al añadir «Yo soy la vida», supera cualquier declaración precedente. Se trata de una vida por excelencia, no del limitado principio vital que anima a todos los vivientes, sino de su inagotable y sublime fuente divina, a la que se llama también a veces luz -la luz de vida que según Platón y posteriormente Fichte brilla más allá de la zona del ser y de la verdad-, la meta que espera al fin de todo camino, la felicidad que apaga toda sed de sabiduría. El yo que aquí dice «yo soy» se eleva por encima de cualquier relación humana yo-tú, no como el que hace de simple «intermediario» en la libertad humana y en el diálogo, sino como el que une y trasforma los caminos que recorren dos seres en el camino de los dos y las verdades que captan entre ambos en la verdad de los dos.
En todo esto se da un tremendo desafío, único en la historia humana y que raya con
(¿POR QUÉ SOY TODAVÍA CRISTIANO? por Hans Urs von Balthasar. Ed Sígueme, Salamanca, 1974)

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